El juego sigue siendo una herramienta esencial en el desarrollo infantil, aunque ha cambiado en las últimas décadas. Hoy, tanto en Argentina como en otras partes del mundo, conviven las infancias que se divierten con juegos tradicionales al aire libre con quienes exploran mundos virtuales a través de dispositivos digitales. Para muchos, esta coexistencia no es una competencia, sino una muestra de cómo las formas de jugar se amplían y adaptan a los tiempos que corren.
En el mercado actual, los juguetes se reinventan para seguir captando la atención de las infancias que crecen en un entorno cada vez más digital. Es común encontrar productos físicos que incorporan códigos QR, acceso a apps o experiencias inmersivas que integran el universo online. Así, títulos como Minecraft, Stumble Guys o los contenidos de YouTube Kids no solo viven en la pantalla, sino que se trasladan a estanterías y cajas de juegos. Este cruce entre lo tangible y lo virtual redefine el vínculo con el juego y responde al interés de los más chicos por experiencias híbridas, interactivas y personalizadas.
“Los juguetes ya no son únicamente objetos físicos: son puertas de entrada a mundos narrativos, sociales y emocionales que también existen en lo digital. Las marcas que entienden esto pueden construir propuestas más relevantes para las nuevas generaciones”, señaló Cristina Caffaro, Marketing Manager de Vulcanita.
Este cambio en las formas de jugar también se refleja en las tendencias globales. Según el último informe de la Toy Fair, los juguetes de 2025 se diseñan cada vez más en función de los intereses, estilos de vida y preferencias individuales de los chicos y chicas, al igual que lo hacen las plataformas sociales. Se busca ofrecer productos personalizados y experiencias de compra únicas que les permitan expresar su personalidad y estilo. Un 69% de los padres de niños en edad escolar son influenciados por recomendaciones en línea o de influencers. Por ese motivo, los fabricantes están desarrollando propuestas más inclusivas y personalizadas para fortalecer el vínculo con sus marcas favoritas.
Un dato curioso. Los juguetes que combinan el pasado y el presente están cerrando la brecha generacional: el 73% de los padres ha comprado juguetes para sí mismos, y el 61% lo ha hecho con el objetivo de conectarse con sus hijos. Casi la mitad colecciona o juega con juguetes como forma de revivir recuerdos de la infancia, mientras que el 40% disfruta compartiéndolos con las nuevas generaciones.
Para los especialistas en salud mental y psico-pedagogos, lejos de ser solo una fuente de entretenimiento, el juego cumple un rol crucial en el desarrollo emocional, cognitivo y social. A través del juego, los chicos y chicas aprenden a imaginar, a ponerse en el lugar del otro, a trabajar en equipo, a enfrentar desafíos y a resolver problemas. Ya sea construyendo una fortaleza con almohadones o completando una misión en un videojuego colaborativo, las infancias están desarrollando habilidades fundamentales para su futuro personal y profesional.
La creatividad, por ejemplo, se potencia cuando un niño inventa una historia para sus muñecos o diseña niveles en un juego digital. La empatía aparece cuando negocian roles en un juego simbólico o cuando colaboran en una partida en línea. La resiliencia se fortalece al aprender a perder en un juego de mesa o al superar un obstáculo difícil en una app educativa. Cada dinámica lúdica ofrece una oportunidad distinta de aprendizaje y crecimiento, por eso es importante no subestimar el valor formativo del juego.
El rol de las familias, educadores y adultos en general es clave para acompañar estos procesos. Incentivar la curiosidad, proponer juegos que impliquen movimiento, diálogo o reflexión, y fomentar el uso consciente de las pantallas son acciones esenciales para enriquecer la experiencia lúdica. Además, reconocer que el juego es un derecho de las infancias, y no un lujo, es el primer paso para construir entornos que promuevan su bienestar integral. “El juguete de hoy tiene que competir con estímulos muy veloces. Por eso, más que resistirse a lo digital, la industria está encontrando formas de integrarlo con lo físico para no perder conexión con lo que las infancias realmente desean”, concluyen desde Vulcanita.