A cuatro horas en auto de la Ciudad de Buenos Aires, el delantero de River halló un lugar que le permite desconectarse de la vorágine de su carrera. “Le gusta estar tranquilo, comer asados”, afirmó un amigo.
29 de marzo 2024, 05:50hs
A 346 kilómetros al oeste de la ciudad de Buenos Aires, El Triunfo se emplaza como un pueblo manso al que se accede por la Ruta Provincial 50. Los poco más de 1500 habitantes, distribuidos en un puñado de cuadras, disfrutan del silencio de campo, la rutina lejos de la urgencia y “una calma renovadora”.
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Ubicado en el partido de Lincoln, El Triunfo es, además de todo, una suerte de refugio para Miguel Borja. El futbolista de River encontró en sus calles lo que necesitaba para mantener controlada de la vorágine de su carrera, una forma de oxigenarse. Un lugar donde el tiempo pareciera ir a otra velocidad.
Felipe Gómez, dueño del taller mecánico armero FGC de El Triunfo, conoció a Borja porque un familiar suyo es dueño de la casa que alquila el colombiano desde que llegó a River. Fue él quien le dijo que había un lugar donde podía estar tranquilo, lejos del ruido de la ciudad, a cuatro horas en auto de la Capital Federal.
“A Borja le gustan los días de campo, comer asado, estar tranquilo”
Borja aceptó la invitación y fue a conocer el pueblo. Quedó maravillado. Desde ese momento, cada vez que puede -y el fútbol se lo permite- se sube a su auto para desconectarse. “Le gustan los días de campo, comer un asado, estar tranquilo”, le cuenta Felipe a TN.
Acostumbrados a conocerse entre todos los habitantes, el primer día que el colombiano pisó El Triunfo quedó grabado a fuego en la memoria de los lugareños. “Cuando lo llevé por primera vez fue una revolución. Algo inolvidable”.
Borja y el cariño de los alumnos de la escuela de El Triunfo
Felipe recuerda aquel día como si lo viviera ahora, en este momento. Su visita se convirtió en todo un acontecimiento del que todavía se habla. Fue tal el entusiasmo que se generó que Borja fue a la escuela para hablar con los alumnos. Fue recibido con una ovación por los estudiantes y las maestras, al grito de “Borja, Borja”.
Miguel Borja, con los alumnos de la escuela de El Triunfo (Video: Miguel Borja – AFP).
El cariño que recibió el goleador ese primer día lo hizo sentirse arropado y por eso él también los eligió. “El pueblo es una belleza. Nos vamos a estar tranquilos allá. Es lo que le gusta”, agrega Felipe, su amigo, mientras cuenta que al delantero del Millonario le gusta probar su puntería con armas de aire comprimido: “Dispara muy bien”.
El Triunfo, un pueblo de puertas abiertas en verano
El youtuber Guido Rodríguez, que recorre el país para contar historias mínimas de los distintos lugares del Interior, subió a fines de 2022 un video a su canal (Gui 10 road) en el que muestra cómo es el El Triunfo y en el que se pregunta si es acaso el pueblo más lindo de Buenos Aires.
“Nos conocemos entre todos, es un pueblo muy familiar. Ha venido gente mayor en busca de tranquilidad”, detalla en el mismo video Alfredo Fanelli, un habitante nacido en 1946.
Pero también revela una realidad que comparte con otros sitios de la Argentina: cada día son menos personas en el pueblo. Mientras algunos, como Borja, van en busca de calma, algunos locales se vuelcan a las grandes ciudades.
“En su momento creo que el pueblo llegó a tener tres mil habitantes, casi el doble que ahora. Lo que pasa es que de la zona rural ha habido un gran éxodo hacia las ciudades, en un proceso que se ha dado en todo el país”, afirma.
El Triunfo cuenta con ”1.543 habitantes (INDEC, 2010), lo que representa una disminución del 1,08% frente a los 1.560 habitantes (INDEC, 2001) del censo anterior”, destacan datos del sitio oficial del la municipalidad de Lincoln.
Un monumento al inmigrante viste la plaza del pueblo, fundado en 1909. Bancos para sentarse afuera de las casas, bicicletas sin cadenas ni candados y las puertas abiertas en verano son algunos de los privilegios que tienen los triunfenses. Las estadísticas sobre la inseguridad no corren en lugares así, donde no hay rejas en las ventanas.
La vida de pueblo, de alguna manera, es otra. Borja lo sabe mejor que nadie.