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31 octubre, 2024

Constructivismo vs. método estructurado: qué implican los dos métodos de los que habló el titular de Educación

Hace cuatro meses se sabe que el secretario de Educación elegido por Javier Milei es Carlos Torrendell, pero hasta este domingo poco y nada se sabía de su proyecto para la actual gestión o, por lo menos, dónde se parará frente a temas clave, como las distintas teorías del aprendizaje. En particular dos que suelen plantearse como antitéticas: el llamado método constructivista (o global) y el método estructural (o de conciencia fonológica). Acá, qué signfican estos conceptos y cuál será la bajada línea a nivel nacional.

En la entrevista en la que por fin se lo pudo conocer un poco, la alusión a esas teorías no vino de Torrendell sino de la periodista Luciana Vázquez (La Nación+), quien dialogó con el secretario de Educación durante 40 minutos. Se tocaron algunos temas nodales, en el contexto de crisis educativa mayúscula que atraviesa el país y el importante recorte presupuestario del área, ahora rebajada a Secretaría (bajo el Ministerio de Capital Humano que conduce Sandra Pettovello).

Gracias a los señalamientos de la entrevistadora, Torrendell abordó temas picantes, como la eterna polémica de la formación docente, el recorte a la Educación en general y a las universidades, en particular; y el cuestionable gesto de adoctrinamiento en contra de la interrupción voluntaria del embarazo del Presidente Javier Milei, en el discurso que hace un mes ofreció en el colegio Cardenal Copello, del que él mismo fue alumno (tema en el que, dicho sea de paso, Torrendell lo apoyó).

Ahora bien, más allá de esas perlitas, vale la pena enfocarse en el momento en que Vázquez le consultó a Torrendell por si, en términos de alfabetización, en Argentina podría ser más eficaz el constructivismo o el método estructural.

El contexto de ese pasaje de la charla no es menor. Numerosos especialistas apuntan que el gran problema de la educación a nivel local es de “método” y, por dar una cifra de las tantas disponibles, ya en 2019 (sin los efectos devastadores de la pandemia) el cuarto Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) de Educación en América latina y el Caribe mostraba cómo calaba la crisis de la escuela primaria en el territorio nacional: solo uno de cada dos chicos de tercer grado alcanzaba el nivel mínimo de comprensión lectora.

Más allá del uso de uno u otro método, el estado de la educación también pasa por lo salarial y las condiciones de trabajo.Más allá del uso de uno u otro método, el estado de la educación también pasa por lo salarial y las condiciones de trabajo.¿Qué significa entonces que la Educación adopte un enfoque constructivista o que, en cambio, apueste al método estructural o de conciencia fonológica? ¿Y, hacia dónde se orientará la actual Secretaría de Educación?

Constructivismo vs. método estructural: un tema de “fondo de armario”

Viviana Postay es magister en investigación educativa, está especializada en gestión educativa y trabaja en formación docente, además de ser referente del Observatorio Argentinos por la Educación. La dicotomía constructivismo vs. método estructural, adelantó, “es falaz”, ya que, en la práctica, “no es una cosa o la otra”.

Postay es una entrevistada destacable, tanto por su gracia como por su particular didactismo para transmitir ideas complejas. La metáfora es uno de sus apoyos y en este caso lo utilizó con determinación. Definió todo el asunto de la Educación argentina como un severo problema de fondo de armario.

El concepto viene del mundo de la moda y alude a la recomendación de los especialistas de tener siempre disponible en el placar indumentaria o prendas “de base”. Esos básicos o comodines que se combinan fácil entre sí y sobre los cuales después será fácil agregar accesorios distintivos que “levanten” todo el aspecto. Conserve esta imagen para después y volvamos al problema de la Educación.

“Vamos a ver qué pasa en Argentina con la lectura y con la escritura”, introdujo Postay, tras aclarar que el concepto de “lectoescritura”, desde su punto de vista, no es adecuado, ya que una y otra -lectura y escritura- suponen procesos de aprendizaje distintos y grados de dificultad completamente diversos.

Pero la cuestión es que, “durante mucho tiempo, acá estuvo la hegemonía de enseñar en los términos del típico ‘ma-me-mi-mo-mu‘, e incorporar lo que se conoce como ‘conciencia fonológica’ (N. de la R.: también llamado “método estructural”). Es decir que los chicos identifiquen sonidos individuales y los repitan, lo que finalmente los llevará al reconocimiento de la estructura. Los hacés escribir -copiar del pizarrón o hacer dictados- y tenés el alfabeto con cursiva, en imprenta, con mayúscula y con minúscula disponible en la cartelería del aula”.

Hay otras herramientas que se asocian por default con esta forma de enseñanza: “En otra época, tener un cuaderno de caligrafía. Y durante mucho tiempo, la cuestión de la corrección: eso de tachar y poner ‘mal‘ en rojo. Son un conjunto de prácticas de enseñanza de lectura y escritura, en las que la tendencia era a copiar mucha cantidad de texto del pizarrón, memorizar reglas ortográficas y que el dictado tuviera un lugar central, además de, en los más grandes, hacer y hacer análisis sintáctico y morfológico”.

¿Qué pasó con todo esto? Según el diagnóstico de Postay “se mezclaron los tantos y se terminó tirando todo a la basura”.

Alumnos con su docente en una aula de la escuela General Belgrano, en Florida.Alumnos con su docente en una aula de la escuela General Belgrano, en Florida.

La educación en Argentina y la tendencia constructivista

“Hay un momento en que se produce una confusión. Es un momento en que, felizmente, aparecen enormes pedagogos, como Emilia Ferreiro, que se involucran en la formación docente y dicen ‘no nos interesa que el pibe aprenda oraciones sueltas sino que entienda los textos‘”.

Ahí “arranca la concepción más novedosa de que no hay un ritmo único y que cada chico tiene el suyo. Como tiene su ritmo ‘se va a ir dando cuenta de las cosas’, y así se irá ‘construyendo‘ el aprendizaje”.

Sin embargo, “esto hizo que se desarmaran metas y esa idea de que hay momentos ‘clave’ en el aprendizaje, como que a los tres meses de primer grado, un chico debería saber ciertas cosas, por dar un ejemplo”.

En un sentido, el constructivismo es una teoría del aprendizaje que pretende ser más respetuosa del ser humano y sus particularidades pero, enfatizó la experta, no funciona como única estrategia, ya que “no es que se aprende con a o b; son matices en el escenario del aprendizaje y hay situaciones en las que un método es más eficaz y en otras, es al revés”.

A Emilia Ferreiro se la suele relacionar con una mirada más bien constructivista, pero Postay remarcó que “ella nunca dijo que no fuera importante aprender y memorizar el alfabeto”.

Volvamos entonces al placar y a los básicos infaltables: “Hoy sabemos que los básicos son fundamentales para aprender a leer y escribir. El fondo de armario son esas botas negras o la camisa blanca que hacen juego con todo. Es un conjunto de hábitos que se desarmaron bastante en la escuela argentina de las últimas décadas y produjo una situación de procastinación permanente. Total, ‘de ese chico se encargará la maestra del año que viene’”.

“Primero nos pareció que no iba por ahí: no va por la cursiva, por el dictado ni por el cuaderno de caligrafía. Entonces tiramos todo. Pero tiramos tantas cosas que al final no sabíamos por dónde iba. Hay que recuperar esos básicos o infaltables del aprendizaje”, agregó.

Torrendel y la Educación en Argentina

Hay que aclarar que Torrendell es un hombre que, por su formación, es respetado en el ambiente, incluyendo a educadores con los que habló Clarín que se autodefinen como opositores al actual Gobierno y que no coinciden con varias de las ideas que suele esbozar.

Cuando Luciana Vázquez le consultó por la dicotomía “constructivismo vs. método estructural”, el secretario de Educación fue enfático en dos sentidos.

Por un lado dijo que, “desde la Nación, no corresponde decir el cómo. Sí corresponde fijar metas, verificar si ha habido mejoras o no, estudiar lo que las buenas prácticas aportan y compartir esas lógicas en el Consejo Federal, pero no imponer un método único desde la Nación”.

Luego plantó su posición personal, “método estructurado, sin duda”, pero aclaró que no es especialista en el tema.

Sumó -como un nota de color- que los métodos de su agrado son los que “paradójicamente se usan en Cuba”, y de ahí tiró hacia la cuestión ideológica de la que tanto se habla en ciertos nichos, ya que el método clásico -que Torrendell apoya- tiende a asociarse con una mirada más bien conservadora, mientras que el constructivista se liga a una mirada más humanista o más respetuosa del individuo.

“De todas maneras, tampoco es que el método constructivista no funcione sino que primero hay que ver cómo se aplican todos los métodos. Y en segundo lugar, también hay contextos distintos donde unos u otros métodos pueden tener distintos resultados”, matizó.

Para Postay, la clave está en un lugar intermedio, desde ya, pero ninguno de estos debates se puede dar acabadamente si no se contemplan otros puntos centrales.

Esto es, atender al contexto salarial pobrísimo de los docentes (“uno de cada tres maestros de primaria tiene más de un cargo”, informó), resolver los grandes problemas de infraestructura escolar y atender a los niveles preocupantes de ausentismo de alumnos. “Los maestros terminan teniendo que hacer sushi con un palito y un carozo de aceitunas”, ironizó.

PS

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