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7 agosto, 2025

Jóvenes y adicciones

La Encuesta de Prácticas de Riesgo Adictivo (EPRA) originada en el convenio celebrado entre el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad con el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA) reveló recientemente que el consumo de sustancias, el uso excesivo de pantallas y las apuestas en línea se han convertido en prácticas cotidianas para miles de porteños, especialmente los más jóvenes.

El relevamiento, realizado en un universo integrado por una población de 6000 casos de personas de entre 18 y 75 años en hogares de la Capital Federal, ha permitido contar con un diagnóstico serio y representativo sobre las prácticas de riesgo adictivo en la ciudad, útil para diseñar políticas públicas que no se basen en intuiciones ni buenas intenciones, sino en evidencia concreta.

Los resultados dan cuenta, por ejemplo, que solo uno de cada diez jóvenes de 18 a 30 años presenta un comportamiento libre de riesgo adictivo con las pantallas, uno de cada cuatro adultos tiene un comportamiento de riesgo alto en cuanto al uso del celular y la mitad de quienes declararon haber apostado con el móvil en el último año tiene comportamiento de riesgo moderado y alto.

El 4,9% de la población encuestada declara estar preocupada por el propio uso de celular, preocupación que aumenta al 5,9% en el caso de las mujeres, mientras que en varones es del 3,7%. El 87,5% de los jóvenes de 18 a 30 años presenta algún patrón asociado de conducta de riesgo en el uso del celular y cuatro de cada diez adultos utiliza el celular 5 horas al día o más, valor que aumenta a seis de cada diez en la población de 18 a 30 años y disminuye con la edad.

En cuanto a las apuestas online, el 8,4% de la población de entre 18 a 75 años de la Capital manifestó haber apostado en línea alguna vez en su vida, guarismo que crece al 16% entre los de 18 y 29. La mayoría refiere hacerlo en soledad, por diversión, curiosidad o entretenimiento, para ganar dinero o pagar deudas, o porque lo hacen sus amigos.

A pesar de la creciente preocupación por las adicciones digitales y las apuestas en línea, el consumo de sustancias se mantiene como una de las mayores preocupaciones en la ciudad. Según los datos de la encuesta, el 62% de los adultos porteños consumieron alcohol en el último mes. Los jóvenes lo consumen en cantidades peligrosas y con mayor frecuencia que las generaciones anteriores. De hecho, la tasa de consumo más alta de alcohol se encuentra en el grupo de 18 a 30 años.

El consumo de tabaco también se mantiene como un problema de salud pública. Aunque su prevalencia ha disminuido, persiste como una problemática tangible entre los adultos de entre 31 y 44 años que presentan las tasas más altas de consumo mensual.

En el caso de la marihuana, la edad de inicio es, en promedio, a los 18,9 en varones y a 20,5 en el caso de las mujeres. El 43,7% de las personas mencionó consumir en su propia casa, el 35,3% en la casa de amigos o pareja y el 12% en espacios públicos. Nueve de cada diez personas reportó consumir marihuana por placer o curiosidad (88,8%), mientras que el 71,1%, para relajarse. Los varones consumen por costumbre, tradición o hábito, con una prevalencia de 10,3 puntos porcentuales superior que las mujeres.

La edad promedio de consumo de cocaína son los 20,7 años. Las mujeres, a los 21 ,y los varones, a los 20,5; las personas con edades de 31 a 44 años presentan la prevalencia más alta (10,9%). En todos los casos, a mayor nivel socioeconómico, mayor edad de inicio de consumo. En el caso de ansiolíticos, antidepresivos y opioides, el inicio es a mayor edad: entre los 32,3 y los 35,5 años. El 12% de la población percibe un riesgo nulo o leve asociado al consumo ocasional de cocaína, una sustancia que funciona muchas veces como puerta de entrada a otras drogas duras.

Las adicciones se han convertido en un fenómeno transversal a todas las edades y sectores sociales. Los resultados de la encuesta aquí comentada se convierten en una herramienta crucial para abordar la problemática, diseñar políticas públicas de prevención y asistencia y ofrecer soluciones a quienes más lo necesitan. Una sociedad cruzada por adicciones que se instalan tempranamente ve su futuro peligrosamente amenazado.

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