El Papa Francisco decidirá si viene a la Argentina recién a mediados de septiembre. Será a su regreso de un largo periplo de once días por tres países de Asia (Indonesia, Timor Oriental y Singapur) y uno de Oceanía (Papua Nueva Guinea).
Es que Jorge Bergoglio quiere ver cómo soporta su cuerpo un viaje tan largo para tomar una decisión, según revelaron a Clarín allegados al pontífice. De ser positiva, su visita se concretaría entre noviembre y principios de diciembre porque durante todo octubre debe presidir un sínodo mundial en el Vaticano.
Que su decisión dependa sólo de su estado físico significa que su postergada venida ya no depende de la situación política del país, en particular de la fuerte polarización. A su juicio y el de la Secretaría de Estado del Vaticano -que evalúa la factibilidad de los viajes papales-, la grieta constituía un escollo porque todo lo que dijese e hiciese en su tierra sería motivo de polémica debido a que se lo señaló como afín al kirchnerismo y crítico del macrismo. Y en vez de contribuir a la unidad su viaje sumaría discordia. Eso fue demorando su visita.
El arzobispo de Córdoba, el cardenal Ángel Rossi, lo acaba de decir de otra manera: “La visita del Santo Padre no depende de quién sea el Presidente de la Nación, sino de su condición física”. Francisco padece con frecuencia bronquitis, especialmente al exponerse al frío, y tiene la movilidad reducida por una microfractura en una rodilla, más artrosis, que lo obligó a utilizar una silla de ruedas porque no quiso operarse luego de que le costó mucho recuperarse de la anestesia por una cirugía por divertículos en el colon a la que se sometió en 2021.
El médico Sergio Alfieri, que lo viene atendiendo, vinculó días pasados la recurrente bronquitis que padece al hecho de que fue operado del pulmón cuando tenía 21 años y se le extrajo el lóbulo superior del pulmón derecho. Al ser consultado sobre su fatiga, lo atribuyó a su intensa actividad, si bien a veces delegaba ciertas tareas. Pero aclaró que “no tiene ninguna enfermedad y está bien de acuerdo con su edad” y que “tiene la cabeza de una persona de 60 años”.
En el último año no hubo carta que le enviaran al Papa en la que los obispos argentinos no le expresaron su anhelo de que venga, conscientes de que el pontífice quiere hacerlo. La última fue hace dos semanas, durante la asamblea que celebraron en Pilar. “Siempre esperamos tu visita. Aquí estamos para el abrazo fraterno y el compartir abierto con este pueblo que un día te vio partir al encuentro de una paternidad más grande y universal”, le dicen.
El gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, no sólo escuchó la semana pasada del propio Papa durante una audiencia que le transmitió su deseo de venir al país, sino también de concretarlo durante este mismo año. “El Papa está mirando y evaluando la posibilidad de ir a la Argentina, habló de que está viendo la posibilidad antes de fin de año”, dijo. De hecho, Francisco dijo en enero que, si venía, sería en “el segundo semestre”.
Qué haría el Papa Francisco en la Argentina
Mientras tanto, comienzan a imaginarse eventuales actividades que podría tener Francisco en su país. Como Juan Pablo II mantuvo un encuentro con empresarios en el Luna Park durante su visita en 1987, miembros de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) -cuyo fundador, Enrique Shaw, está cada vez más cerca de ser declarado beato- están pensando en propiciar un encuentro similar.
Los sindicalistas no se quedan atrás. Y como el Papa polaco también tuvo un encuentro con los trabajadores en el Mercado Central, gremialistas encabezados por el gastronómico Dante Caamaño -que participaba de la organización del Vía Crucis en la Avenida de Mayo cuando Jorge Bergoglio era arzobispo de Buenos Aires- están imaginando igualmente un acto parecido en el gran Buenos Aires.
Mientras tanto, el presidente Javier Milei le cursó la invitación formal al Papa en diciembre, siguiendo el protocolo vaticano. En la audiencia que tuvo con él en febrero le reiteró el convite. Y días pasados le dijo a CNN: “Estoy dispuesto a ser su bastón con tal de que venga, pero no hay que presionarlo”. De ser su severo crítico, pasó a querer ser el Presidente que lo reciba. ¿Lo logrará?