No sucedía desde el 1° de agosto de 2005. Pasaron 18 años y ocho meses para que el tenis argentino tuviera otra vez tres jugadoras en el top 100. Fue un lapso de 6.842 días pero, al fin, Nadia Podoroska, María Lourdes Carlé y Julia Riera tomaron la posta de Gisela Dulko, Mariana Díaz Oliva y Paola Suárez. La pregunta es: ¿por qué ocurrió ahora y no antes? Hay varias causas, pero dos son las más destacadas.
La primera es la de los esfuerzos personales. Desde la irrupción de las Leonas en 2000 siempre fue muy difícil conseguir ayuda privada para fortalecer el crecimiento y desarrollo de las deportistas. Recién ahora hay algunos sponsors interesados en el tenis femenino aunque sigue habiendo una disparidad con respecto a los hombres.
La otra -la más importante- es la de la competencia. La región se nutrió de torneos de 15 mil a 125 mil dólares en premios en los últimos años y eso ayudó a conseguir puntos cerca de casa, con el consiguiente menor gasto. En nuestro país se organizaron en 2014 apenas seis torneos ITF (de 100 mil dólares para abajo) mientras el año pasado se duplicó esa cifra (record en Argentina) y además se jugó el WTA 125 en el Buenos Aires. En esa década y sacando 2020 (Covid 19), 2016 y 2019 fueron los peores años con apenas tres torneos ITF. En esas 12 fechas de 2023 jugaron 106 tenistas argentinas y como resultado de ello 37 lograron ubicarse en el ranking mundial, una cifra que duplicó el registro de hace cinco años cuando ni siquiera había jugadoras en el top 200 y hoy hay cinco.
No es magia. Es una buena dosis de organización y decisión. Todo lo demás es de las chicas.
