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29 octubre, 2024

La sensibilidad del mundo digital

¿Existe la palabra precisa? Asombro suena demasiado liviana. ¿Perplejidad? ¿Habrá otro concepto en castellano que integre esa perplejidad con la alegría? Así se sintetiza la sensación que a uno le embarga cuando conoce esta historia. Un padre que no sabía que tenía una hija. Una hija que desconocía todo de su padre y de repente el combo contemporáneo de adn + informática permiten el match. Esas noticias que te cambian el día. Y a mí, al menos, me impulsarían a sentarme a conversar con Roberto y con Nadja. Entender cómo la vida puede darse vuelta con una golpe hermoso y a la vez durísimo.

Hermoso porque ambos quieren conocerse, pasar tiempo juntos, explorar sus pasados. Oscura porque Nadja fue, casi con seguridad, comprada, y si no lo fue sí sabemos con certeza que la anotaron como propia sus padres no biológicos. Su mamá, la que la dio a luz, no habrá tenido forma de mantenerla. En breve, la vida sin anestesia.

Cuando Roberto compartió su historia conmigo le pregunté si Nadja estaba de acuerdo en publicarla. Algo ingenuo de mi parte, intuía que quizás pudiera molestarle la exposición de un tema tan íntimo. Todo lo contrario y por una razón: Nadja quiere conocer a su madre, esa es la gran deuda pendiente y una nota periodística puede, tal vez, obrar el milagro. Sería un encuentro que superaría cualquier ficción: un hombre y una mujer que no saben nada de ellos desde hace 50 años -y que poco supieron en su momento- y su hija que también vivió siempre, o casi, con la mentira a sus espaldas.

No sé, ni yo ni nadie, cómo terminará esta historia. Si la madre aparecerá, si querrá hablar, si surgirá una especie de nueva familia de tres que no parecía tener los planetas alineados para conocerse. Sí celebro esta posibilidad que ofrece la tecnología -y la humaniza- de dar una segunda oportunidad. Se necesitó, primero, de las ganas de la hija para buscar a sus padres y de ellos -de él, por ahora- a sumarse. Pero nada hubiera sido posible años atrás. El mundo digital -pese a todo lo que le reprochamos- también tiene su rostro humano.

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